Hoy en día nos encontramos inmersos en una sociedad que ha perdido valores morales que son muy importantes para el desarrollo equilibrado de una persona. Se han perdido valores como son el respeto, la cortesía, misericordia, tolerancia, generosidad. ¿Quién no se ha echado las manos a la cabeza en más de una situación donde una simple riña da lugar a un desenfrenado bacanal de violencia, que podría haberse evitado simplemente con “LA PALABRA”, el dialogo?
El Shorinji Kempo ayuda al practicante a desarrollarse físicamente, también le da herramientas y conocimientos para su propia Defensa Personal, pero también inculca, a través del entrenamiento y la práctica, a respetar a sus compañeros y compañeras, a reconocer al maestro (Sensei) como un guía, un amigo que quiere ayudarle, a conversar, a tener responsabilidades, a tener consciencia de sí mismo, a plantearse preguntas, a marcarse objetivos y luchar por ellos, en definitiva, el shorinji kempo ayuda a ser una persona capaz de respetar, valorar, amar, convivir.
El ambiente que reina en un Dojo (lugar de práctica) de Shorinji Kempo es muy sano, desde el primer momento en que el nuevo kenshi (practicante de Shorinji Kempo) toma contacto con el grupo, toma confianza y los kenshis se abren a él con el propósito de ayudarle y a cambio le piden igualmente su ayuda para progresar.
Pero no es este ambiente saludable solo visible dentro del Dojo, sino que, el propio grupo una vez terminada la clase, no rompe sus vínculos que lo unen, y suelen llevar esos valores que han aprendido a su vida cotidiana.
Este es el objetivo del Sensei, hacer ver que realmente se puede vivir en paz y estar orgullosos de participar en construir una sociedad más humana, que los principios aprendidos en el tatami, como el autocontrol, la autoconfianza, la disciplina, el coraje, son herramientas que funcionan igualmente fuera del tatami.